domingo, 3 de abril de 2016

De fumigaciones y escuelas.

De fumigaciones y escuelas.






Finalizando el mes de marzo de 2016 el diario El Argentino de Gualeguaychú titula “La maestra fumigada se tiene que internar en un centro neurológico para evitar atrofia muscular”. (http://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/161602/La-maestra-fumigada-se-tiene-que-internar-en-un-centro-neurológico-para-evitar-atrofia-muscular). Este título nos sugiere una noticia ya sabida, la maestra fumigada, no es una maestra, es “la” maestra.
“La directora de la escuela N° 66 “Bartolito Mitre” de Costa Uruguay Sur, Estela Lemes, fue fumigada en varias oportunidades y por las toxinas incorporadas a su organismo le provocó daños neuronales y fuertes dolores musculares.”

Esta recorrida invertida pretende encontrar si: ¿Hablan o hablaron de ella? ¿Qué dicen cuando no callan?



Mirando los medios de Entre Ríos podemos ver como dos medios de Paraná hacen eco de esta noticia, ambas citando como fuente Diario El Argentino de Gualeguaychú, El Entre Ríos y Conectate Paraná titulan:

La docente fumigada en reiteradas oportunidades, Estela Lemes, recordó que el primer episodio que denunció judicialmente fue en 2012, pero tuve que soportar otros hechos anteriores que los denunció en Medio Ambiente de la Municipalidad.
En febrero del 2015 volvieron a fumigar cerca de la misma escuela de Costa Uruguay Sur, “Bartolito Mitre”, pero en ese momento no había alumnos, solo estaban los docentes que se habían incorporados a sus lugares de trabajo luego del receso estival.
“En esa oportunidad hice la denuncia nuevamente y el caso fue público, desde entonces tengo problemas de salud y el mes que viene me tengo que internar por 15 días en el CENER (Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica) de la ciudad de Galarza (Gualeguay), que implica tener que pedir una licencia e internarme para hacer una rehabilitación kinesiológica intensiva, con el fin de lograr una mejor calidad de vida”, explicó.
Lemes aún no puede saber cuáles serán las consecuencias a largo plazo para su salud, el tener toxinas en su organismo, producto de las fumigaciones.
“Siento muchos dolores en la parte muscular, sobre todo en la parte derecha, el dolor es más profundo que la izquierda. A veces pierdo el equilibrio y me caigo, luego de todos los estudios que me hicieron en el CENER se supo que lo que me sucedía era neuronal. 
Me medicaron con un ácido para recomponer las paredes de las células neuronales y hace un mes y medio que estoy en tratamiento y ahora tengo que completarlo con esta rehabilitación muscular.(…)

Lemes se mostró preocupada porque en el episodio que le aconteció en 2012, había una maestra con ella “que nunca se hizo un chequeo” y había 14 alumnos que tampoco tuvieron estudios médicos.”

Hace unas semanas El diario (http://www.eldiaonline.com/agrotoxicos-drama-la-maestra-convive-glifosato-cuerpo/) bajo el título de El drama la maestra que convive con glifosato en el cuerpo, y relata  que “desde septiembre de 2012 la directora de la Escuela Nº66 “Bartolito Mitre”, de Costa Uruguay Sur, convive con veneno en su cuerpo, producto de una fumigación ilegal. Con problemas neurológicos, insecticida y glifosato en su organismo, la docente piensa en internarse”. Esta noticia, como en las noticias anteriores, aborda su situación de salud, la cuestión judicial y su lucha con la ART.
Con respecto a su estado de salud, dijo que está realizando un tratamiento médico en el Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica (Cener) de Galarza. “Tengo un problema neurológico a causa del insecticida que me encontraron en la sangre por la aplicación del 2012. Estoy en tratamiento médico, además de la medicación tengo que hacer kinesiología”, contó.
El insecticida en la sangre –que se había descubierto antes de la aparición del estudio que determinó la presencia del glifosato- le afectó el sistema neurológico, por lo que se marea asiduamente y pierde el aire con frecuencia, y los músculos de brazos y piernas, que le duelen permanentemente. En este sentido, Lemes indicó que evalúa la posibilidad de internarse en el Cener: “No quiero dejar de trabajar, todo lo contrario. Pero es complicado conseguir turnos diarios de kinesiología en Gualeguaychú, por lo que me voy a internar para hacer un tratamiento intensivo, para no llegar a sufrir una atrofia muscular”.
Por otro lado, más allá de la cuestión judicial y el tratamiento específico al que se está sometiendo, la docente debe luchar también con la ART, que se desentendió del caso.
“La semana pasada, mis abogadas mandaron un telegrama al Consejo de Educación, al Ministerio de Educación y a la ART para que se hagan cargo y lo tomen como una enfermedad de riesgo de trabajo. Yo nunca trabajé en otro lado, solamente en una escuela de Islas del Ibicuy, pero ahí no se fumigó nunca; me vine acá hace 15 años y es en el único lugar que me pude haber pescado esto que tengo”, agregó, con preocupación.
Fue septiembre de 2012 la fecha que le cambió totalmente la vida a esta maestra rural. Si bien no eran nuevas las fumigaciones, “antes avisaban y nosotros sabíamos que tal día a tal hora iban a fumigar”, pero ese día, que fue determinante para su futuro, no lo hicieron.
“Nunca antes había estado tan expuesta al veneno. Ese día salí al patio, no sabía que iban a fumigar tan cerca de la escuela, y bueno… ahora tengo que lidiar con todo esto”, lamentó la docente, al tiempo que informó que, si bien las fumigaciones continúan, ahora -al menos- las realizan con aviso previo.

Además, El diario agrega: que El glifosato es cancerígeno y lo confirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS), que a través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc), declaró a cinco pesticidas como cancerígenos “posibles” o “probables”. El herbicida glifosato (sustancia activa del Roundup de Monsanto, uno de los herbicidas más vendidos) y los insecticidas diazinón y malatión han sido clasificados como “probablemente cancerígenos para los humanos”.

Dos medios provinciales se hicieron eco de esta noticia:


En diario Uno de Entre Ríos, en febrero hablaba ella, “A una maestra de Gualeguaychú la intoxicaron con glifosato”, abordaba la historia de una maestra (http://www.unoentrerios.com.ar/laprovincia/A-una-maestra-de-Gualeguaychu-la-intoxicaron-con-glifosato-20160211-0009.html):

Ni un año se cumplió desde que Estela Lemes supo que había sido envenenada con pesticidas, tras la fumigación de un mosquito sobre un campo lindero a la escuela Nº 66 Bartolito Mitre, en el Departamento Gualeguaychú. La presencia en sangre de clorpirifos etil, un insecticida que utiliza para controlar las plagas de insectos, se confirmó luego de un estudio bioquímico realizado en el Instituto de Análisis Fares Taie, con sede en la ciudad de Mar del Plata. Desde ese momento, la docente -referente de la lucha contra las fumigaciones- sintió que su salud empezaba a deteriorarse y decidió volver a la La Feliz para someterse a un nuevo análisis: la primera vez no pudo averiguar si tenía restos de glifosato en su cuerpo. El 12 de enero acudió nuevamente a la consulta médica y se confirmó lo que ella temía desde el principio; el 3 de febrero le informaron que el examen había dado positivo con un valor de 1,8 del producto que está presente como principio activo del herbicida Roundup, de Monsanto. “No se puede medir cuán malo es, lo que sí está claro es que deberíamos tener cero glifosato. Hay organismos que con mucho menos complican mucho su salud. Es algo tan nuevo que no se puede determinar”, reflexionó en comunicación con UNO. Mientras las secuelas que los agrotóxicos dejaron en su cuerpo van debilitando su estado de salud, la mujer consultó a una neuróloga de Galarza para buscarle una explicación a su falta de fuerza en sus miembros inferiores. Al cabo de la consulta médica se pudo establecer que carece de reflejos en ambas piernas, por lo que recomendó practicarse tres nuevos estudios y luego se decidirá si deberá seguir algún tipo de tratamiento.
Sobre los síntomas más comunes que padece diariamente Lemes contó: “Me caigo, pierdo el equilibrio en reiteradas oportunidades, por eso es que mi médico particular me derivó a la neuróloga. Es uno de los problemas que te pueda causar el  clorpirifos etil”.

Estela reconoció que sigue ejerciendo su labor como educadora, tal como lo estaba haciendo aquella jornada del año 2012 cuando en un recreo compartido con sus alumnos observaron una máquina gigantesca que esparcía químicos y que por acción directa del viento cayeron sobre el patio de la escuela. Sabe que ese es su lugar en el mundo, aunque en este momento está más preocupada porque la ART no quiere reconocer su dolencia como enfermedad de riesgo de trabajo. Aclaró que el único lugar donde tuvo contacto con los pesticidas fue en la escuela y que si bien nació en una zona rural Ceibas, se trataba de un lugar donde no se hacían plantaciones agrícolas. “Siento que puedo seguir trabajando, vamos a ver qué dice la doctora después de estos últimos resultados”, sentenció.-

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