martes, 26 de marzo de 2013

SOBRE DANIEL VILLAGRA


Un merecido homenaje a un viejo amigo y compañero de ruta de nuestro programa de extensión y del Observatorio Comunicacional

El periodista Daniel Villagra, nuestro amigo el Villa Villa, sufrió un acto de censura al ser apartado de la radio donde venía desarrollando su actividad a favor de los movimientos sociales, las luchas gremiales, las acciones ambientales, etc. Otro amigo periodista, Tirso Fiorotto, ha interpretado de manera excelente su testimonio de vida en una nota publicada en el diario UNO, que reproducimos a continuación.


Un testimonio que limpia de individualismo y pachorra al oficio

El periodismo se sube a los
zancos en el incansable Villa

Daniel Tirso Fiorotto
De la Redacción de UNO

Mario Daniel Villagra de Villaguay, el Villa, como se escucha por ahí en la Facultad de Educación, honra la profesión del comunicador panzaverde con una madera que viene del pago montaraz de los Ciapuscio. 

Ante un oficio extraviado, los entrerrianos tenemos todo un presente y toda una promesa en algunos jóvenes que ejercen el periodismo.
Estudian, trabajan, participan en encuentros colectivos, se dan una mano, echan raíces en un lugar, son motores de los espacios culturales alternativos.
Lo que el poder económico, partidario y mediático suelen destruir a dos bandas desde las sombras, algunos jóvenes reparan con la transparencia que les es natural.
Nadie piense que por eso recibirán algún premio: no. Se les pagará con indiferencia, sino con agravios.
En el estado actual de las cosas, con una sociedad más o menos ocupada en intereses individuales o sectoriales, en partidismos con cimientos de arena y en corporaciones arregladas con el poder económico o político, no es fácil sostener una línea. Sin embargo, hay jóvenes que nos siguen oxigenando, y todo a pulmón.
Hoy tomamos un nombre en el periodismo joven como quien tomara el de Dominga Ayala para mencionar a los pescadores. 

El carrero y la libertad

El periodismo le debe mucho a Villaguay. La capital de los encuentros bien podría ser capital del periodismo también, en virtud de aquella historia de los Ciapuscio y el carrero Gaillard. Impresionante tragedia capaz de despertar, desde hace un siglo, la solidaridad y la conciencia de hoy.
Son memorables las escenas del arroyo Santa Rosa que pusieron un hito (otro hito) entrerriano en la historia del periodismo argentino, aunque ignorado como es costumbre por el centro de irradiación de banalidades y retornos que es el puerto.
Sí podemos decir que Julio Modesto Gaillard, un carrero, pagó con su cuello la resistencia del periodismo a la autocracia y el empecinamiento por la libertad de expresión. Y ese crimen contra el carrero que transportaba el arma de la libertad, la imprenta, puede ser el eslabón (tantas veces) perdido entre el periodismo y el pueblo trabajador, entre el periodismo y la modestia (precisamente) del obrero.
La solidaridad del pueblo para devolverle a Antonio Ciapuscio su imprenta es otro capítulo de la historia honrosa de Villaguay.

Man, men, min, monte

Mario Daniel Villagra nació un 24 de febrero de 1987 en Hospital de Frontera, entre el barrio San José y el San Jacinto, en Villaguay.
Viene a cuento porque estaba en vísperas de los 26 años cuando la patronal le informó que levantaba su programa, que era su vida y la de su equipo: Miseria de la Radiofonía.
Andar sereno, ojos rasgados, espíritu crítico, Villagra es número puesto en las tenidas con los tambores, en las luchas sindicales y en los encuentros de comunicación alternativa, y ejerce un periodismo comprometido con su entorno.
Sus abuelos, de Paraje El Pingo, Mojones Norte, Lucas Norte. Su padre, dedicado al comercio, y antes bolichero en el bar Los Amigos de Chañar (entre San Salvador y Federal), y antes aún obrero en la estancia El Molino (hoy tapera) junto a los tíos del Villa y a su abuelo Domingo.
La historia familiar incide sin dudas en los desvelos de Daniel Villagra por el campesinado, por la expulsión y el destierro de tanto obrero entrerriano.
“Mi madre se llama Stella Mary Segovia, con el apellido de la madre, pero el padre era Ruiz Díaz; eran familias de hacheros. Vi una foto de mi abuela y las trenzas es lo único de lo que me acuerdo. Mi madre siempre me decía que las muñecas eras de barro”, comenta Daniel.
“Ella murió a los 45, y solamente fue hasta segundo o tercer grado. Su hermano pasó por el hospital San Martín, para luego morir en Buenos Aires,  y me dijo dos cosas que recuerdo: una, ‘el veneno que le ponen a la tierra finalmente nos mata a nosotros’, y dos, que le enseñara a escribir su nombre para firmar los papeles: Pablo”.
“Utilicé la forma que conocía de Paulo Freire, que hacía pronunciar una palabra para luego comenzar la alfabetización utilizando las vocales A, E, I, O, U, y él me dijo ‘Monte’, luego seguimos, Man Men Min Mon Mun. Le regalé un cuaderno para que practicara, luego me enteré que se lo dio a una de mis sobrinas”.

Arte y comunicación

Con un tío pastor que cantaba y tocaba la guitarra, Daniel ensayaba de chico algún rasguido y repetía “viento, viento, viento de la selva misionera”. Su padre también tocaba el acordeón y supo tener un órgano. Sus hermanos participaban en las comparsas del barrio San Jacinto, y Daniel ya se mezclaba de gurí en algún ensayo.
“Mi madre me llevaba a la iglesia, y aún conservo una pandereta (hoy la utiliza de pseudo pandeiro para hacer samba de Brasil), que nos regaló a mí y a mi hermana menor. Siempre me llamó la atención un linyera que tocaba en todas las plazas y clubes de la ciudad, se llamaba Muriaga y andaba con una especie de xilofón, hecho con botellas de vidrio colgadas y con distinta cantidad de agua en cada una de ellas. Con eso hacía canciones, era muy conocido”.
-¿Dónde estudiaste malabarismo, zancos, esas cosas?
-En la Cacerola de Paraná, ahí conocí mucha gente buena, Maria Luz, Vicente, Leandro, mucho teatro y circo, muchas ganas de ganarse la vida con lo que a uno le gusta. Fue todo por añadidura, entré para tocar la percusión, y lo hice, pero después me enseñaron y aprendí a hacer malabares, zancos, globología, a trabajar en equipo, y a esperar algunos meses para que cultura pague los contratos.
-¿Dónde trabajaste?
-En fiestas infantiles, pero también en casas de familia o donde hicieran el evento. Di clases en una juegoteca en calle Irigoyen, y también Teatro en la escuela del CAE.
-¿Cuándo llegaste a Paraná?
-En 2005, luego de terminar la secundaria. La ‘pelea’ con mi viejo duró cuatro round. Él defendía su postura de que no se podía porque eran muchos gastos, yo le decía que trabajaría si era necesario… Me recibí de técnico en Comunicación Social y debo una materia en la Licenciatura de Educación y Comunicación.
-Y changueando.
-Entre que estuve aquí, y los veranos que anduve allá donde nací, trabajé de mozo en un bar y también en un servicio de lunch; como murguero de la Cacerola y zanquista; vendí medias y peines en un barrio de Paraná; descargué piedra y arena en Villaguay, donde también fui panadero y cartero. En 2009 tomé mis primeras horas y en 2010 comencé hasta hoy que trabajo en el Centro de Arte del Club Universitario y en la Escuela Provincia de Neuquén, con la cual visitábamos la radio muy seguido, pues hacíamos nuestras prácticas de producción radiofónica allí. 

Miseria de la radiofonía

Daniel entró en la Radio Cualquiera en 2008, en el espacio llamado El peor programa de la radio, conducido por Mercedes García y Diego Fainstein. Fue columnista hasta que decidieron bajar el programa, pero le ofrecieron el espacio. Desde 2009 comenzó con otros compañeros Miseria de la Radiofonía.
Entonces se casó con la radio, incluso ofreció charlas en nombre de la Facultad y de la radio en la República Oriental, y participó del Congreso Internacional de periodismo autogestivo.
Llegó a ser el alma y el cuerpo de Radio Cualquiera. Pero esta FM pertenece al Foro Argentino de Radios Comunitarias, y el Villa es un motor en la Red Nacional de Medios Alternativos… No es el objeto de esta columna indagar en las razones de la difícil sino imposible convivencia.

Red de medios

Daniel Villagra simpatiza con la agrupación Rojo y Negro de Agmer y es delegado, fue secretario de deportes en el centro de estudiantes de su Facultad. De chico alguien lo nombró Zurdito, de verlo en la cancha de fútbol, como a Miguel Martínez le decían el Zurdo por el básquet. No casualidad, además del gusto por la música comparten la pasión por el remo, y la línea de compromiso social.
En la Facultad conoció al profesor Luis Lafferriere y a la Mesa Redonda de Entre Ríos. Dice que varias personas le “alumbraron el camino” en ese ámbito.
Hace más de un lustro se sumó a la Red de Medios, en 2008 participó de un encuentro en Córdoba, en 2009 la tenida fue en Paraná, luego estuvo en Tucumán, La Rioja y Mendoza, con periodistas y comunicadores de Concordia, Islas del Ibicuy, Villa Urquiza, Gualeguaychú, Tala, Villaguay y Santa Fe.
Percusión, candombe, zancos, murga, fotografía, dibujo; coordinación en la radio, lecturas varias, columnas de opinión para prensa escrita; informativos, docencia, gremialismo, remos, conexión con diversos emprendimientos de la Red Nacional de Medios Alternativos, participación en organizaciones culturales… El Villa de Villaguay, como otros jóvenes panzaverdes, está honrando al periodismo desde el pie, todo a pulmón y a puro talento.
La explotación del hombre, el trabajo infantil, los pueblos originarios, el éxodo de los campesinos, el riesgo de la agricultura con sustancias químicas y transgénicos, el predominio de los grupos de poder económico, las luchas de los medios alternativos, los pueblos sudamericanos, son sus temas. Son nuestros temas.
En una sociedad sana, a los Villa les lloverían ofrecimientos de trabajo, les lloverían lugares para desplegar sus alas.
En una sociedad como la nuestra, a Daniel y a sus amigos que son como él les acaban de levantar Miseria, sin razones.
Miseria de la Radiofonía ha caído pero deja una huella. El paisano de Villaguay se lleva en su corazón, sin dudas, la radiofonía y ese mundo que le es propio y por el cual, en estos días, ha llorado.

Un lugar para el arte y el trabajo
Daniel Villagra recuerda que Miseria de la Radiofonía nació con una propuesta a Martín Gerlo, con quien invitaron a Elina Cánepa.
“El trió duró poco, pero estábamos siempre listos Elias Modernell, Martín Turriani, Claudio Cardozo, Adrían Vicentín, Leandro Atum, Jesus Lubo, Peppe Sampaolo, Damina Dabin, Seba Manasero, Fernando Hugo Azcurra, Modesto Emilio Guerrero, y el cuestionado Mauro Rossi. Pasaron también Fede Vimberg, Roberto Rodríguez, Diana Deharbe, Nati Azcua, Ariel Mutura y Valeria Vidal. Primero fuimos los miércoles de 19 a 21, finalizamos el año 2012 haciendo el programa de lunes a viernes de 11 a 12. Luego realizábamos el boletín informativo que salía de las 13 en adelante, cada dos horas, grabado. En el programa participaban compañeros de la Red Nacional de Medios Alternativos –RNMA-, de AGMER Paraná, y todo aquel que quería comunicar algo, y nuestra agenda era de los trabajadores y del centro cultural, el cine, los talleres, el teatro, los libros. Tuvimos 28 socios, radiopeñistas del programa, desde que comenzamos hasta ahora, nunca todos juntos, pero al terminar el 2012 teníamos 16 activos”.













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