Leonardo Altamirano (Facebook) |
Pero
precisamente a esta pregunta le escapan los medios (y, muchas veces, los
periodistas). Y cuando ensayan su puesta en práctica, caen en supuestas
explicaciones que ´mejor dejá nomás´
y que el por-qué-pasa-lo-que-pasa quede relegado. Tal el caso de UNO y El Diario en su forma de informar la muerte de Leo Altamirano.
Ni muerto ni ´ajusticiado´:
asesinado
En primer
lugar, no fue una muerte a secas, fue un asesinato, a quemarropa. A Leonardo lo
mató un tal Godoy, de 70 años, de un tiro en la cabeza. ¿Cómo nombraron los
medios, qué dijeron sobre lo que
ocurrió? Algunas formas son justas: “asesinaron a un joven”, hubo un “homicidio”;
otras, en cambio, son engañosas cuando no reprobables por su falta de firmeza o compromiso con la verdad: que “un joven falleció”, así, como se fallece de
enfermo, de viejo, eludiendo claramente que fue asesinado (por alguien y por
razones que hay que criticar); o que se trató de un “pretendido ´ajusticiamiento´”.
Aquí el medio utiliza comillas para evitar hacerse cargo de la idea del “ajusticiamiento”,
pero no se salva: todo el resto de la nota se dirige a construir tal sentido.
“Un vecino muy respetado en el barrio”
Revisemos la
construcción de los personajes de esta nefasta historia. Por un lado, tenemos
al pibe asesinado por robar una billetera y un celular, Leonardo. Por el otro, Godoy,
el hombre que decidió matar a un joven, “castigarlo” por delinquir, meterle un tiro
en la cabeza como reprimenda, a ver si
aprende que no se roba.
¿Quiénes son
Leonardo y Godoy para el UNO y El Diario? El posicionamiento de los
medios es ambiguo y no define claramente quién es víctima y quién es victimario.
Por un lado, el pibe es “Leonardo Fabricio Altamirano”, “un joven de 21 años”,
es presentado y entendido como “la víctima”. Pero también es criminalizado:
Leonardo a su vez es “el ladrón”, “un joven acusado de asalto”, el “sospechoso
de hurto”, palabras, ideas, sentidos que aportan (apuestan) al estigma: el delincuente
que se la buscó, “quien mal anda, mal acaba”.
Por su parte, Godoy
goza de la ambigüedad que sufre Leonardo. Mientras que, por un lado, el hombre
es apelado como “asesino”, “victimario” y “homicida”, como contrapeso se le
obsequian calificaciones como “un vecino muy respetado en el barrio” o
simplemente “un vecino”, ese ideologema tan usado por los medios de
comunicación de la Argentina a la hora de distinguir entre la gente decente y
los bárbaros. Es la reproducción de la lógica ´buenos contra malos´ que se
busca instalar para (no) pensar las problemáticas de violencia, delito e
inseguridad, en la que el ´vecino´ siempre es la víctima y el ´delincuente´ -que
no es vecino de nadie- el victimario. Incluso cuando es el vecino el que mata a
tiros al joven que se robó un celular y una billetera.
Justificar al
asesino
Veamos ahora
cómo describen y explican los medios el hecho. Antes señalaremos que describir
(cómo ocurrió) y explicar (por qué) son problemas y actitudes muy diferentes en
el trabajo periodístico-mediático. En el caso del asesinato de Leonardo
Altamirano por parte del ´vecino´ Godoy, los medios confunden las cuestiones y
buscan explicar el homicidio con la descripción de los sucesos, evitando la
crítica y la reflexión a la que nos lleva la pregunta por qué. Pero esto es
sólo un problema de método, lo más grave es la idea que, subrepticia y tal vez inconscientemente, promueven: justificar a
Godoy.
El asesinato en 2013 de un joven rosarino por parte de más de 100 personas puso en debate la ´justicia por mano propia´ |
Falsa
explicación 2: “el victimario (…) al
tomar conocimiento de un nuevo asalto, disparó contra el sospechoso (…) le
asestó un certero disparo en la cabeza” consigna el cronista de El Diario. Aquí
criticaremos dos aspectos. Primero, al decir “el victimario (…) al tomar conocimiento de un nuevo asalto, disparó
contra el sospechoso”, ¿en qué lugar se lo ubica a Godoy? ¿Qué atribuciones
se le conceden? Parece estar presente, entre líneas, la idea de una especie de
justiciero que acude en nombre de la ley para combatir el delito.
¿Le cabe al “vecino”
asesino de un pibe este rol? ¿No es una idea que debemos combatir y desterrar,
al menos como comunicadores que trabajamos con la construcción y lucha de
sentidos, la de la justicia por mano propia? Y segundo, ¿por qué calificar de “certero”
el disparo? Es un adjetivo inapropiado: es de carácter positivo, pondera la
acción; pareciera que se elogia el tiro que acabó con la vida del joven.
Falsa
explicación 3: “el victimario habría
actuado así como respuesta enajenada y fallida por otros robos acontecidos en
la zona”. Se presenta el hecho como un fenómeno con causa (“otros robos
acontecidos en la zona”) y efecto (“respuesta enajenada y fallida”, o matar a
tiros a Leonardo). Este enunciado es lo más cercano a un intento de responder
la pregunta por qué que encontramos
en el análisis. Si bien la acción de Godoy puede explicarse así –pero de
ninguna manera justificarse, como se intenta entre líneas, más bien debe denunciarse
y criticarse- no creemos correcto presentarlo como una re-acción (respuesta). No hay porqué buscar justificar la acción de
Godoy como respuesta a las acciones ocurridas previamente en el barrio. Sigue
detectándose el sentido, solapado en la construcción de la noticia, de
expiar la culpa de Godoy con los robos que ocurrirían –incluso comúnmente- en
barrio Consejo.
La
criminalización de los pibes
Leonardo tenía 21 años al momento de su asesinato (Facebook) |
La nota de El Diario intenta, infructuosamente, sugerir la reflexión a la sociedad sobre el tema de la justicia por mano propia. “Apareció el más oscuro de los emergentes de este tipo de episodio: la discriminación, la exaltación del gatillo fácil y la equivocada creencia de que se trató de la acción de un ´vecino justiciero´” destaca. Estas ideas, prosigue, “lo que hacen es exaltar aún más los ánimos de la gente, empujando a los vecinos a una ley de la selva que no ayuda en nada a la vida en comunidad”. El párrafo tiene buenas intenciones pero es infructuoso, decimos, ya que las formas de El Diario –que comparte con la mayoría de los medios- de presentar este tipo de noticias cotidianamente neutralizan el éxito que pueda buscarse con un párrafo, una sola vez. En particular, en la misma nota que supuestamente invita a reflexionar el medio sostiene previamente que un vecino muy respetado en el barrio le asestó un certero disparo en la cabeza a un sospechoso de hurto.
No se busca
ignorar ni subestimar la delincuencia, los hechos de violencia, a veces
extrema, que ésta conlleva, ni las situaciones traumáticas que pueden vivir las
personas que sufren estos hechos. Se intenta impulsar la inquietud alrededor de
porqué-pasa-lo-que-pasa para avanzar en una postura justa y comprometida del periodismo frente
a estos hechos: buscar y criticar las causas de los fenómenos, y los verdaderos
responsables de lo que ocurre. Es el compromiso que le cabe al periodista por el rol político que su oficio significa en la sociedad, por ser un docente de masas, al decir de Mario Alarcón Muñiz, por la necesidad de asumir una postura justa en la problemática de la delincuencia juvenil, sino del lado del joven que cae en el delito (muchas veces para poder pagarse las dosis diarias), al menos no desde su estigmatización, criminalización y marginación, ya que, para empujar al pibe hacia esto, con lo que hace el Estado ya es suficiente.
Por Ramiro García Valentinuz
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