miércoles, 1 de julio de 2015

Violencia en la escuela: contradicciones sociales ocultas tras las noticias

Los medios de comunicación llevan un tiempo empeñándose en afianzar al interior de sus secciones de Policiales el tema "violencia escolar". Le imponen a los hechos que engloban indistintamente bajo ese rótulo el mismo tratamiento característico de dicha sección. Así, alumnos, docentes y directivos de escuelas entrerrianas son noticia al lado de narcotraficantes, estafadores, ladrones, homicidas, femicidas y violadores. La dimensión (y dimensiones) de la violencia en la escuela requiere un abordaje profundo e interdisciplinario para avanzar en su comprensión, condición previa para empezar a hablar de soluciones, y que los medios aporten un tratamiento crítico y comprometido, en vez de uno estigmatizante y sensacionalista. Susana Valentinuz es licenciada en Ciencias de la Educación y magister en Educación, egresada de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Es especialista en sociología de la educación, ciencia que enseña en la UNL, la UADER y la mencionada UNER. Esta entrevista busca intervenir en el debate necesario del tema, en un intento de colaborar con la convicción de la docente: que "se puede avanzar". 


Para empezar, ¿qué percepciones generales ves sobre la violencia en la escuela?
Primero vamos a establecer que hablamos de violencias en plural, porque hay una multiplicidad de formas de la violencia. Así se incluyen las significaciones que los actores le dan a la violencia, qué sentido le dan los propios jóvenes a la violencia. Implica correrse de una mirada esencialista, es decir que los sujetos "son" violentos, sin diferenciarlo con que están "en condiciones de" violencia. Aparece mucho en las escuelas y en los medios la idea de los jóvenes como grupo violento. Asimismo, hay que salirse de la corriente del bullying. Ésta nace en la psicología norteamericana como una reacción individual de sujetos, unos contra otros, y carga con la perspectiva de la piscología más experimental-individual. Desconecta el contexto o proceso social. 
Susana Valentinuz, magister en Educación y especialista
en sociología, defiende el carácter "fundante" de la escuela

¿Cuáles son estas violencias en plural?
Carina Kaplan propone tres modos: hacia la escuela, en la escuela y de la escuela. Pensarlo así cambia totalmente la óptica desde donde mirar el problema. La violencia de la escuela se sitúa en los estudios de la violencia simbólica, del sociólogo Pierre Bourdieu. La escuela, como institución reproductora de las condiciones del capitalismo, ejerce violencia. De manera sutil, suave, como códigos culturales que no se ponen en discusión. Un ejemplo de este tipo es la violencia de género: aceptamos e internalizamos que el hombre es superior que la mujer, pero desconocemos las condiciones sobre las que se construyó eso. La violencia simbólica es condición sine qua non del sistema educativo, todo sistema escolar se funda en su ejercicio.

Por otra parte, está la violencia hacia la escuela. Que los alumnos rompan la escuela es una contradicción social que debemos leer simbólicamente: ¿qué le quieren decir los estudiantes a la escuela? Pero hay que distinguir la violencia de la escuela como institución hacia los estudiantes y la respuesta por parte de estos, de la violencia hacia la escuela, que es resultado del proceso de fragmentación social. Sin quedarse en un análisis tan simplista o esencialista, como decir "son violentos, rompen la escuela y no la valoran".  Lo que esto pone en evidencia, lo grave para el campo educativo y lo que hay que volver a refundar, es que la escuela perdió legitimidad.

Por último, la violencia en la escuela, que es el fenómeno más complejo de entender y analizar. Kaplan dice que los docentes no encuentran modos de producir autoridad y legitimidad, que no sean simplemente decir "andá para allá", "cumplí las reglas". Es complejo, porque no podemos quedarnos en una lectura de "los sujetos son violentos", en vez de pensar que están en condiciones de violencia, la cual es una mirada sociológica, estructural, para descubrir los rasgos de nuestros procesos sociales. Hay que articular los campos de conocimiento y estudio. Esa violencia se expresa como efecto de la larga crisis de nuestro sistema social y político. No para justificarlo en condiciones estructurales con una mirada lineal: "¿por qué los chicos son violentos? Porque son pobres". No. Hay que poder complejizar el problema y ver las multidimensiones que tiene.

¿Cómo se relacionan pobreza y violencia entonces?
Ojo con caer en el determinismo: "son violentos porque son pobres". No. Lo que les pasa a muchos sectores es que han sufrido que sus expectativas han sido traicionadas. La violencia no es producto de la pobreza, es producto del resentimiento por las promesas incumplidas y de la falta de expectativas de futuro. No es patrimonio exclusivo de sectores subalternos. Tiene sellos de clase, pero no para que quede solamente ligado a eso el problema.

La mirada determinista a la que hace referencia Susana Valentinuz es uno de los tantos estigmas que cargan los jóvenes pobres, los bárbaros de la periferia que osan llegarse hasta el centro, circularlo siempre en "actitud sospechosa", porque cinco o seis viseritas juntas bastan para activar el instinto de detective de los policías locales; para que echen mano a alguna especie de derecho de admisión céntrico, que los habilita a prohibirles el paseo reservado a la "gente bien", avergonzarlos contra la pared, maltratarlos un poco con amenazas, burlas y alguna que otra patada, para finalmente echarlos, devolverlos al barrio con la sangre en el ojo, el orgullo herido y una dosis más de bronca impotente. Para el pensamiento cómodo estigmatizante, la violencia, la vagancia y la delincuencia de estos pibes son tan característicos como sus gorras, sus camperas de futbol y sus zapatillas XXL.

¿Qué responsabilidad le cabe a la escuela?
En ese juego de mirar las condiciones externas, la escuela muchas veces se sale: todo está afuera en el contexto. Ajá, y la escuela ¿cuándo se mira? Muchas veces la indiferencia también es una muestra de violencia. Un docente que no mira al alumno, no le dirige la mirada o lo hace en forma despectiva, que tiene pocas expectativas de lo que el chico va a hacer, que no cree en el otro. Para ese docente se terminó su tarea. No hay posibilidad de educación. Si uno va a ir a trabajar a contextos marginales y piensa: "¿para qué voy a enseñarle química, matemáticas, etc, si éste va a ser cartonero? Con dos o tres contenidos ya está". En esa desacreditación hay un gesto de gran indiferencia, de no reconocimiento del otro. Eso no está dicho, es políticamente incorrecto y nadie se atreve a decirlo. No es para culpar al docente en particular. Las condiciones sociales han llevado a esto. 
La reciente irrupción de la Policía en una escuela céntrica de
Paraná, persiguiendo a un alumno, provocó repudio docente

¿Cómo se ha dado ese proceso?
Hoy conviven procesos civilizatorios propios de la Modernidad -monopolización de la fuerza y consolidación de órganos centrales de poder en manos del Estado, la creciente división de las funciones en la sociedad, interdependencia de grandes masas humanas en ciudades- con núcleos internos de descivilización. En algunos espacios se ha vuelto a formas primitivas, vuelven a aparecer formas de heterocoacción, de reacción física inmediata, de resolver todo en el cuerpo a cuerpo, por ejemplo en situaciones que se dan en el tráfico, en la calle, en las canchas de futbol. Coincide con el corrimiento del Estado y las crisis de las instituciones tradicionales como la familia y la escuela, cuya eficacia regulaba las prácticas de los sujetos. Las capas sociales que más lo sufren son las más expuestos a esa fragilidad social. Si no sabés si llegás a mañana, si viven diez personas juntas en un cuarto, con exposición a relaciones de intimidad todo el tiempo, experiencias de abuso, falta de cuidado del cuerpo y del otro, se desarrollan formas de constitución psíquica complicada. Pero ha llegado a todos los sectores. Pensando esto podríamos entender el fenómeno de la violencia en la escuela. A partir de su pérdida de legitimidad, en ella también avanza el "todos contra todos" como única manera de resolución de conflictos.

¿La escuela ya no es una institución legítima?
No creo que esté deslegitimada totalmente. El sujeto contemporáneo está dispuesto a múltiples interpelaciones: institucional, de los medios de comunicación... Y todavía se siente parte de las instituciones: nuestros espacios de intercambio y socialización siguen estando en ellas y no creo que vayan a desaparecer. La escuela no se terminó.

Pero también existen opiniones casi nostálgicas, del tipo "esto antes no pasaba"...
No puede darse solamente una situación de nostalgia. Si te quedás en la nostalgia y no entendés lo que pasó en el proceso social, no podés entender ni resolver lo que pasa en la escuela, porque la pensás divorciada del contexto.

Susana Valentinuz pone sobre la mesa una variable del problema que no estaba incluida en el cuestionario previsto. Sostiene que los adultos no pueden hacerse los desentendidos a  la hora de pensar las causas de la violencia entre jóvenes en la escuela. Sin que medie una pregunta al respecto, interpela a "los grandes".

El problema son los adultos también: qué les ha pasado, qué condición de adultos hemos configurado. El de la era de la posmodernidad se ha ido corriendo de ciertas responsabilidades. Si ser adulto era condición de autonomía económica y social, aumento de la responsabilidad y maduración biológica y psíquica -tres elementos a que todo joven quería aspirar-, hoy queremos detener el paso del tiempo. Adultos que quieren parecerse cada vez más a los jóvenes. Entonces, dice el chico "¿a qué adulto me voy a parecer si mi viejo se quiere parecer a mí?" Esto se ve particularmente en sectores medios y medios-altos: los adultos se rejuvenalizan, se adolescentizan. Sostener la posición adulta es una acción de protección a los jóvenes pero también de desafío. El docente desafía al estudiante, pero tiene que permitirse el desafío propio. Cuando un estudiante cuestiona y enseguida se le dice "no, porque lo dije yo, el docente" se corre del lugar del desafío en vez de reconocer "mirá que interesante, no lo había pensado, bueno, indaguémoslo".

¿Cómo ves que trabajan el tema los medios de comunicación?
 El medio construye una noticia típica de caso policial pero no muestra nada del análisis social o educativo, de cómo surgió o por qué. Hace un recorte del problema de "los pibes violentos", que a su vez es una perspectiva sociológica. Resulta que un caso viene a representar a todas las escuelas. Hay estudios que expresan que realmente los casos de violencia en las escuela son muy pocos, casi excepcionales. Los mismos docentes dicen "son los propios medios los que arman un barullo y magnifican un problema sobre la escuela que aparece como el problema en la sociedad" y en realidad hay pocos casos. No hay que cargar a la escuela con toda la solución, tampoco. En este nivel de desintegración social, la escuela muchas veces sigue siendo el único lugar que establece vínculos del orden del lazo social.

La violencia en la escuela es uno de los platos favoritos que gustan servir los medios masivos de comunicación para alimentar ciertos prejuicios que circulan dentro del sentido común. Así, estos hechos de violencia son incluidos en las secciones Policiales, citando a los comisarios en lugar de los directivos escolares, y se narran con un registro policíaco, con las consecuencias que esto trae a la construcción de sentidos en torno a la escuela y los jóvenes. Sebastián Urquiza, en Jóvenes, escuelas y medios: cuando la ´violencia escolar´ es noticia, describe cómo "de la escuela no se habla en términos escolares: no se resuelve con las autoridades escolares y la escuela está invisibilizada como agente de decisión, los escolares pasan ser menores, se reemplazan las intervenciones pedagógicas por las detenciones o demoras, y las escuelas no pertenecen a distritos escolares sino a jurisdicciones policiales". La novedad editorial mediática es la difusión de videos de peleas entre alumnos, más precisamente entre alumnas mujeres. Se espectacularizan los hechos, restringiendo la posibilidad de reflexionar en favor de la excitación del morbo del público. El tratamiento que dan a los hechos de violencia en la escuela, como el de robos, arrebatos, "desmanes" y balaceras que protagonizan los "menores" en sus páginas y bloques televisivos, constituye un costoso aporte de los medios masivos a la idea de que los jóvenes "no tienen remedio".  

¿Qué puede hacerse?
 Creo que se puede avanzar articulando campos, por ejemplo con la psicología. Volver a montar la autoridad es central. No sólo en la escuela, también en la familia, en las relaciones sociales. Porque se está volviendo una sociedad psicópata, es decir, aquel que no desarrolla el sentimiento de culpa. Hay que reparar el daño producido, no puede quedar igual que yo te pegue o te insulte. También hay que pensar el lugar de la sanción. Es reparadora. Porque de lo contrario no se te permite reconstruirte psiquicamente. Tras la agresión, no sólo se trata de pedir perdón, sino de reparar el daño provocado. ¿Cómo avanzar en la escuela? Con prácticas como las rondas de convivencia, trabajos de contención, para canalizar. Hay que generar proyectos para que el alumno conozca al otro y lo valore, que tome conciencia de su propia acción. Eso es fundante.

¿Fundante de qué?
Sigo pensando que la escuela funda algo. No lo contiene, sino que funda un lazo: es un espacio que funciona de otro modo, con otra lógica. Hay otro modo de vivir cuando un chico puede hablar y decir lo que siente, y larga. Contener en tanto espacio que me permite decir algo que no puede ser dicho en otro lado. Creo que  hay un cambio, pequeñas modificaciones, pero no es poca cosa. Yo creo en eso.

Por Ramiro García Valentinuz. Entrevista realizada en el marco de práctica curricular para la Licenciatura en Comunicación Social de la UNER.

1 comentario:

  1. Excelente abordaje del tema Susana Valentinuz; en una muy respetuosa, pertinente y oportuna entrevista. Esclarecedora para todos/as quienes convivimos con educandos y en un ámbito escolar público. Saludos. Sergio Fabri

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