martes, 16 de septiembre de 2014

"Tres precoces patoteras" (Violencia entre jóvenes en los medios de Paraná)

Tres adolescentes robaron y golpearon a otra en Gualeguay. Ante la intervención de algunos vecinos dos se escaparon, resultando la tercera retenida y luego trasladada a la Policía. Ya que se habían recibido otras denuncias por casos similares y las mismas chicas estaban sospechadas como responsables, la Policía allanó las casas de las otras dos, aunque no se encontró nada que pruebe las sospechas.

El hecho fue informado y difundido por radio La Voz y su sitio web. En el desarrollo de la nota encontramos indicios de una actitud política denominada ´estigmatización de los jóvenes´, a la que lamentablemente adhieren muchas veces periodistas y medios, además de un agregado subjetivo del cronista por lo menos criticable, cierta ponderación un poco peligrosa de la policía y una pizca de machismo.


La descalificación de las adolescentes que cometieron el delito comienza, pomposa, en el título: estas mujeres son, para el redactor, “precoces patoteras”. La bajada es aceptable. Pero en el primer párrafo ya encontramos la discriminación entre la chica ´mal´ y la chica ´bien´, la ´gente decente´ y ´la chusma´, barbarie y civilización, entre –textualmente-  “tres menores” y “otra adolescente también de 15 años de edad –aunque con diferentes costumbres”. Ya es momento de establecer que la nota no informa claramente sus fuentes, desde que relata que las tres jóvenes golpearon “salvajemente” a la otra, adverbio que puede aceptarse en la descripción provista por algún testigo del suceso, pero no en la redacción de una noticia que debe apostar a la objetividad y no tendecializar la información. ¿Por qué un periodista  tilda de “salvajes” a tres adolescentes?

La degradación de las mujeres, insertada en la nota a través de un fino resquicio, la encontramos cuando, en la narración de los supuestos hechos, leemos que los vecinos consideraron “en un primer momento que se trataba de una pelea más de mujeres”. Una pelea más. Es decir, las mujeres se pelean. Permanentemente. Pero sus rencillas no merecen atención, porque los motivos no la merecen, porque son estupideces, pavadas. Hay que dejarlas: son mujeres.

El o la cronista describe con gran beneplácito el papel de las fuerzas policiales en el problema. Textualmente, “a la brevedad se hacen presentes en el móvil 564 el Oficial Geminiani y su chofer Delfino”, nombre y apellido de los policías para que los vecinos reconozcan a los agentes (pre)ocupados de su bienestar. En otro pasaje, “el Jefe Departamental de Policía junto al Jefe de Operaciones tratando de ahondar un poco en la situación familiar mantuvieron una charla” con la madre de la muchacha aprehendida, descripción periodística de la conocida y habitual actitud policial de reflexionar, pensar juntos y buscar la explicación de las situaciones ante las cuales se ven forzados a usar su garrote. En esta crónica tenemos al amable y bonachón jefe departamental de policía pensando junto con la madre de la “precoz patotera”, proveyéndonos de una premisa que debemos agradecer quienes asumimos la tarea que nos proponemos desde el proyecto La Sexta Pregunta: cuando analizamos la violencia entre los jóvenes “la raíz del problema no está en otro lado que no sea el seno familiar” finaliza el mencionado párrafo. ¡Bravo! He aquí un indiscutible principio sociológico que nos deja la nota, gentileza de la Policía gualeya.

Por último, un aditivo casi anecdótico a esta altura en la redacción y el posicionamiento del periodista ante la noticia: “por fortuna de Dios solo hablamos de pérdidas materiales porque tranquilamente estas jovencitas inconscientes hubieran podido ocasionar una tragedia con la navaja que habrían portado”. Consideramos al menos criticable una oración como ésta en una noticia de un hecho violento. Nuevamente, puede resultar aceptable en un testimonio ocasional, pero no en la pluma de un comunicador profesional comprometido con las problemáticas que constituyen la materia prima de su labor.

Para los colegas de La Voz, así como la joven víctima del asalto es una “adolescente de buenas costumbres”, las otras tres jóvenes, víctimas de las causas que las llevan a cometer el asalto, son “menores”, “femeninas” que golpean “salvajemente”, violentas, “patoteras” y “jovencitas inconscientes”. Si deseamos aportar desde el periodismo y la comunicación social a la solución de los problemas sociales que ocasionan este tipo de sucesos, especial atención debemos prestar a los términos con que nombramos a sus protagonistas, además de entregarnos a la búsqueda crítica para la transformación, y no a la reproducción, de las razones profundas de la violencia entre los jóvenes.

*Por Ramiro García Valentinuz

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