jueves, 13 de abril de 2017

Ing. Alberto Kipen “La naturaleza no se queja, 

no chilla, pero nos da algunos golpes”

   
Segundo encuentro del Curso Economía, Sociedad y Ambiente.  Se realizó el pasado viernes  en la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (FCE-UNER). El mismo  es coorganizado por el Programa de extensión  de cátedra “Por una nueva economía, humana y sustentable” de dicha institución, la Junta  Abya Yala por los Pueblos Libres (JAPL) y la Asociación Gremial de Magisterio Entre Ríos Seccional Paraná (AGMER).
   ¿Qué entienden por la cuestión ambiental? ¿Qué condiciones ambientales se pueden considerar imprescindibles para la vida? ¿Somos parte del ambiente? Fueron los primeros interrogantes que planteó el ingeniero Alberto Kipen, profesional a cargo de la clase, para hacer referencia a cuestiones más complejas acerca de la problemática ambiental. Los fenómenos de la naturaleza no responden a una sola causa, ni producen un solo efecto, son cambiantes y dinámicos. Para poder entender todos sus aspectos  hay que tener en cuenta la interdisciplinariedad, la visión de conjunto. Muchos fenómenos se interrelacionan y las consecuencias frecuentemente no son fáciles de determinar, así como ante ciertos efectos las causas no resultan de fácil determinación, sostuvo el ingeniero agrónomo y concluyó: “El problema ambiental es fundamentalmente de origen político y la solución es de la misma índole, ya que las relaciones sociedad – resto de la naturaleza están determinadas por los modelos político-económicos vigentes”. Remarcó que las políticas de ciencias, tecnología e investigación no dejan de ser parte del sistema, con algunas excepciones.     

Consecuencias del accionar  humano
  Para poder entender  el comportamiento de la sociedad  con el ambiente en el que vive y del que necesita, se llegó a la siguiente conclusión: de la misma manera en que las políticas sociales y económicas favorecen la concentración económica y el poder de determinados sectores, cada vez más reducidos y más poderosos, en detrimento de la mayor parte de la población, de ese mismo modo se procede en la naturaleza. Como ejemplo se citó la deforestación, el cambio climático, el consumo desmedido de energía, el uso de productos tóxicos, etc.
El depredar las masas boscosas tiene consecuencias: mayor riesgo de inundaciones en las zonas bajas y erosión de suelos, alteraciones en la humedad ambiente y las lluvias, alteraciones en la biósfera, posible desaparición de especies.
El modelo económico y tecnológico imperantes determinan una forma de cultivar las tierras que no tiene en cuenta la conservación de las propiedades productivas de los suelos y hace que se incremente le dependencia y mayor uso de insumos. Como trasfondo se encuentran los intereses económicos y el desarrollo de políticas que avalan este comportamiento. 
El cambio climático se hacen sentir, los fenómenos atmosféricos se desarrollan con mayor intensidad. Últimamente se han registrado temperaturas más elevadas  de lo que históricamente se venía teniendo, lo que conlleva un peligro inminente para todas las formas de vida. “Una sequía va a ser más seca o cálida que años anteriores. En caso de la lluvia, sus  caudales e intensidades serán mayores” explicó Kipen. 
Una vez más la acción del hombre sobre la naturaleza tiene sus consecuencias, y esto se debe no solo  al cambio de la composición atmosférica sino también al uso que hacemos del resto de la superficie terrestre. El uso de energía es el factor que  más   contribuye al cambio climático. Kipen sostuvo que la estructura del sistema actual no tiene para nada en cuenta el consumo de energía. Como ejemplo dio la producción agropecuaria, ésta realiza un consumo desmedido de energía que se ve expresado en todo el proceso de producción; insumos; envasado; almacenamiento y traslado.  Para luego concluir en que este modo de producción desde lo energético es más ineficiente que 20 o 30 años atrás.
Un poco de historia
  Si bien los conceptos  sociedad y ambiente son divididos de forma  metodológica no deberían entenderse por separado, sostuvo el ingeniero. Somos parte del ambiente. Para mayor compresión del comportamiento humano se hizo un recorrido por los inicios de la especie, determinando que los enfrentamientos, conquistas y dominación entre tribus han sido parte de la evolución y persisten en el tiempo. Dominación que también se encuentra en lo cultural, ésta incide en la conducta humana: qué se consume, cómo y qué se produce.
  Los primeros grupos humanos eran recolectores, cazadores y nómades. Se desplazaban en búsqueda de la asistencia del alimento. Pasa el tiempo y según los historiadores, son las mujeres la que comienzan a domesticar las especies en forma paulatina y lenta. El manejo de especies productoras de alimentos les permite a lo largo del tiempo la sedentarización, es decir las poblaciones  podían afincarse sin la necesidad de deambular. En este modo de vida, según entendidos, se sufre más la consecuencia de la falta de alimentos por incidencia de condiciones climáticas e incluso hay una pérdida de peso promedio y tamaño de los individuos. Situación que se va resolviendo o atemperando en la medida en que se desarrollan técnicas de manejo y producción, así como de almacenaje y conservación.
  Las grandes construcciones realizadas a lo largo de la historia por distintas civilizaciones se hicieron en detrimento de los recursos naturales. ¿Con qué se hacían los andamios de las grandes obras? cuando se desarrolló la navegación marítima ¿Con qué se fabricaban las grandes embarcaciones? Fueron los interrogantes planteados para luego  llegar a la conclusión de que, salvo en culturas antiguas, hay un predominio del aprovechamiento y explotación de recursos naturales. Comportamiento que excede los cálculos de reposición y tiene un costado depredador. En caso de algunas  explotaciones animales o mineras, la destrucción de especies  y en caso que se dé la segunda, contaminación.
La otra cara en la producción agropecuaria.
“Está demostrado que se puede producir tanto como ahora de manera más sana, con menos  agresión al ambiente y reducción de riesgos” enfatizó  Kipen e hizo referencia a experiencias de explotaciones comerciales que se realizan en distintos lugares del país y que se manejan de una manera distinta a lo habitual.Se remarcó que existe otro camino que es posible, estas experiencias aisladas lo comprueban, las mismas se están desarrollando sin haberse producido cambios económicos en el país, ni políticas económicas o impositivas que las favorezcan.
 “Para que la relación sociedad y naturaleza cambie de juego, para que  el manejo de los recursos naturales se trate con un criterio distinto hacen falta conocimiento pero, más que nada hace falta un cambio de mentalidad en la ciudadanía y en las clases dirigentes” reflexionó Kipen. Un cambio de modelo, un cambio profundo en el enfoque de qué, cómo y para qué y quién producir.

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